Tabla de contenido
Dicen que la noche siempre es más oscura antes del amanecer.
El amanecer es inevitable. El sol sale mientras el cielo azul se blanquea con un resplandor anaranjado y los rayos brillantes atraviesan deslumbrantes el horizonte.
El piar de los pájaros y el ajetreo de la vida amplifican esta entrada absolutamente impresionante, casi como si respondieran a la gran llamada de este orbe dorado en el cielo.
El rey ha llegado.
No, no un rey. Un dios.
En la mitología griega, Helios era considerado simplemente el dios del sol. Los antiguos griegos también lo caracterizaban como la personificación del propio sol, lo que aumentaba aún más su ardiente cuenta de epítetos.
Como el sol siempre salía justo cuando todo parecía estar en lo más bajo, significaba para muchos la esperanza y la llegada de algo nuevo. Además, Helios simbolizaba la agresividad y la ira, ya que el mismo orbe que daba la vida a los mortales, los abrasaba hasta la muerte.
Ver también: Faraones egipcios: los poderosos gobernantes del Antiguo EgiptoHelios, el sol en persona, ha protagonizado innumerables mitos griegos, y con razón, como verás. Su lugar en el panteón griego se consolida aún más por el hecho de que es hijo de uno de los Titanes griegos. De ahí que Helios preceda en mucho a la era de los Olímpicos.
Helios y su dominio sobre el Sol
Helios es más conocido que cualquier otro dios solar de otros panteones. Esto se debe principalmente a su inclusión en diversos cuentos y referencias de la cultura popular. Por lo tanto, se puede afirmar que el dios griego del sol ha tenido su momento de protagonismo en el mundo antiguo.
El dominio de Helios sobre el sol significaba que controlaba la fuente misma que permitía el florecimiento de la vida. En consecuencia, su rostro era muy respetado y temido simultáneamente. Aunque su presencia física se diferencia a menudo del sol en determinados relatos, se le atribuye mejor ser el sol mismo. Así, Helios asume todas las características que componen el cuerpo solar y refracta supoderes en consecuencia.
Aspecto de Helios
Sería injusto vestir al dios griego del sol con telas ordinarias para mortales. Sin embargo, debido a la sempiterna habilidad de los griegos para humillar el vestuario de los dioses, Helios ha sido una de sus principales víctimas.
Sin embargo, Helios cuenta con innumerables accesorios y símbolos que definen su personalidad. Por lo general, se le representa como un joven ataviado con una aureola brillante tras el sol, y su vestimenta hilada con fuego resplandece mientras monta en sus corceles de cuatro alas y surca el cielo cada día.
Como habrás adivinado, este gran recorrido a través de los cielos se basa en el desplazamiento diario del Sol por el cielo de este a oeste.
Montado en sus corceles de fuego, Helios dominaba los firmamentos de día y daba la vuelta al globo por la noche para volver a donde estaba antes.
Además de las descripciones del aspecto de Helios en los himnos homéricos, otros autores, como Mesomedes y Ovidio, lo describen con detalles más físicos e íntimos. Cada definición varía en función de la información más específica, pero todas destacan de forma similar el poderío opulento y celestial con el que resonaba este poderoso dios.
Símbolos y representación de Helios
Helios se simbolizaba a menudo mediante símbolos del propio sol, que se inmortalizaba a través de un orbe dorado con 12 rayos solares que irradiaban desde su centro (representando los 12 meses del año).
Otros símbolos eran un carro de cuatro caballos conducido por caballos alados. En este caso, se veía a Helios al mando del carro, con un casco dorado que representaba un sentido de autoridad más bien celestial.
El rostro de Helios también llegó a asociarse con Alejandro Magno cuando éste había conquistado medio mundo. Conocido ampliamente como Alejandro-Helios, el nombre era sinónimo de poder y absolución.
Culto a Helios
Helios fue venerado en innumerables templos debido a su graciosa inclusión cósmica en el panteón griego de dioses.
El más famoso de estos lugares fue Rodas, donde era muy venerado por todos sus habitantes. Con el tiempo, el culto a Helios siguió creciendo exponencialmente debido a la conquista romana de Grecia y al posterior matrimonio de ambas mitologías. En comparación con deidades como Sol y Apolo, Helios mantuvo su relevancia durante un largo periodo.
Corinto, Laconia, Sición y Arcadia albergaban cultos y altares de algún tipo dedicados a Helios, ya que los griegos creÃan que la veneración de una deidad universal, a diferencia de las convencionales, les seguirÃa aportando paz.
¿Quiénes eran los padres de Apolo?
Dado el inminente estrellato de Helios en las grandes pantallas de la mitología griega, es justo suponer que tenía una familia repleta de estrellas.
Los padres de Helios no eran otros que Hiperión, el Titán Griego de la Luz Celestial, y Theia, la Diosa Titán de la Luz. Antes de que los Olímpicos comenzaran su dominio, los antiguos griegos estaban gobernados por estos panteones de deidades precursoras. Esto sucedió después de que Cronos, el Titán Loco, cortara la hombría de su malvado padre, Urano, y los arrojara al mar.
Hiperión fue uno de los cuatro Titanes que ayudaron a Cronos a derrocar a Urano y, junto a sus hermanos Titanes, recibió el más celestial de los poderes para ejercerlo sobre los mortales: ser los pilares entre el cielo y la Tierra.
Durante esas largas horas de trabajo extra para garantizar que toda la estructura del cosmos no se derrumbara, Hiperión conoció al amor de su vida, Theia. Esta amante cerúlea le dio tres hijos: Eos el Amanecer, Selene la Luna y, por supuesto, nuestro querido protagonista, Helios el Sol.
Helios debió de querer ampliar el negocio de su padre de regular la luz celeste. Sin embargo, debido a la posición que ya ocupaba, Helios se convirtió en el sol y salió a calentar las finas arenas doradas de la Tierra.
Helios durante la Titanomaquia
La Titanomaquia fue la encarnizada guerra entre los Titanes (liderados por Cronos) y los Olímpicos (liderados por Zeus), que coronó a los Olímpicos como nuevos gobernantes del universo.
Los Titanes no se quedaron callados mientras Zeus y Cronos se enzarzaban en un combate cuerpo a cuerpo. Queriendo su parte de gloria, todos los Titanes y los Olímpicos se enfrentaron en una lucha de 10 años que resistiría la prueba del tiempo.
Sin embargo, Helios fue el único Titán que permaneció indemne, ya que se abstuvo de elegir bando y atacar a los olímpicos. Al hacerlo, los olímpicos agradecieron su ayuda y pactaron con él una tregua que le permitiría seguir siendo la personificación del sol una vez finalizada la Titanomaquia.
Por supuesto, esto le funcionó a la perfección. Helios volvió a ser él mismo, atravesando el cielo durante el día, montando en el carro del sol y navegando por los océanos en la parte trasera del planeta por la noche.
Todo este acontecimiento fue destacado por Eumelo de Corinto en su poema del siglo VIII "Titanomaquia".
Helios como dios del Sol
Reconozcámoslo, un buen dios solar siempre pasa factura a la persona responsable de sus poderes.
En la antigüedad, explicar ciertos acontecimientos, como los días más largos o las noches más cortas, era una tarea monumental. Al fin y al cabo, era mucho más fácil echar mano de mitos que gastar sesos en averiguar por qué sucedía. Además, no tenían telescopios, así que vamos a ser suaves con ellos.
Verás, los días más largos significaban que Helios estaba en el cielo más tiempo de lo habitual. A menudo, esto se atribuía a que ralentizaba su velocidad para observar cualquier acontecimiento que ocurriera abajo. Esto podía ir desde el nacimiento de una nueva deidad o simplemente porque quería tomarse un descanso y echar un vistazo a las ninfas danzantes en un caluroso día de verano.
Otras veces, cuando el sol salía más tarde de lo habitual, se pensaba que era así porque Helios simplemente se lo había pasado demasiado bien con su esposa la noche anterior.
Del mismo modo, las características del sol estaban directamente correlacionadas con la personalidad de Helios. Cada ligero aumento del calor, cada pequeño retraso y cada pequeña caída de la luz solar se explicaban como causados por acontecimientos aleatorios que tenían lugar tanto en el cielo como en la Tierra.
Amantes problemáticos
Helios, Ares y Afrodita
Abróchense los cinturones, que la cosa se va a poner fea.
En la "Odisea" de Homero, hay un emocionante encuentro en el que participan un elenco de estrellas formado por Hefesto, Helios, Ares y Afrodita. El mito dice así:
Empieza por el simple hecho de que Afrodita estaba casada con Hefesto. Cualquier relación fuera de su matrimonio se consideraría, naturalmente, un engaño. Sin embargo, Hefesto era considerado el dios más feo del panteón griego, y esto era algo bien repugnante para Afrodita.
Ella buscó otras fuentes de placer y finalmente se conformó con Ares, el dios de la guerra. Una vez que Helios se enteró de esto (observando desde su soleada morada), se enfadó y decidió hacérselo saber a Hefesto.
Una vez que lo hizo, Hefesto fabricó una fina red y decidió atrapar a su infiel esposa y a Ares si intentaban ponerse melosos de nuevo.
Helios atrapa a Afrodita
Cuando por fin llegó el momento, Ares contrató cautelosamente a un guerrero llamado Alectryon para vigilar la puerta. Al mismo tiempo, hizo el amor con Afrodita. Sin embargo, este joven incompetente se quedó dormido, y Helios se coló silenciosamente para pillarlos con las manos en la masa.
Helios se lo hizo saber de inmediato a Hafesto, que posteriormente los atrapó en la red, dejando que fueran humillados en público por los demás dioses. Zeus debía de estar orgulloso de su hija, teniendo en cuenta que hacer trampas era tan fácil como respirar.
Sin embargo, este suceso hizo que Afrodita guardara rencor a Helios y a toda su especie. ¡Bien hecho, Afrodita! Debe ser cierto que a Helios le importa mucho.
Por otro lado, Ares estaba enfadado porque Alectryon no había vigilado la puerta, lo que permitió a Helios colarse, así que hizo lo único natural y convirtió al joven en un gallo.
Ahora ya sabes por qué canta el gallo cuando está a punto de salir el sol cada amanecer.
Helios y Rodas
El dios Titán del sol hace otra aparición en las "Odas olímpicas" de Píndaro.
Cuando la Titanomaquia llegó a su fin y Zeus dividió las tierras de los hombres y de los dioses, Helios llegó tarde al espectáculo y se perdió la gran división por un par de minutos.
Decepcionado por su tardanza, Helios entró en depresión porque no sería recompensado con ninguna tierra. Zeus no quería que el sol estuviera tan triste porque eso significaría meses de días lluviosos, así que se ofreció a realizar de nuevo la división.
Sin embargo, Helios murmuró que había visto una nueva isla surgiendo del mar llamada Rodas en la que le encantaría domesticar al ganado. Zeus le concedió su deseo y ató Rodas a Helios para toda la eternidad.
Aquí, Helios sería adorado sin descanso. Rodas pronto se convertiría en el caldo de cultivo para la producción de arte de incalculable valor, ya que más tarde fue bendecida por Atenea. Lo hizo como recompensa a que Helios ordenara al pueblo de Rodas construir un altar en honor a su nacimiento.
Hijos del Sol
Los siete hijos de Helios acabarían convirtiéndose en los gobernadores de esta opulenta isla. Estos hijos eran conocidos cariñosamente como "Heliadae", que significa "hijos del Sol".
Con el tiempo, los descendientes de los Heliadae construyeron en Rodas las ciudades de Ialysos, Lindos y Camiros. La isla de Helios se convertiría en el centro del arte, el comercio y, por supuesto, el Coloso de Rodas, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Helios en otros mitos
Helios contra Poseidón
Helios es el dios Titán del sol y Poseidón es el dios de los océanos, por lo que parece haber un tema bastante poético en juego. De hecho, hace pensar en una guerra total entre ambos.
Sin embargo, se trataba simplemente de una disputa entre ambos sobre quién reclamaría la propiedad de la ciudad de Corinto. Tras meses de disputas, finalmente la resolvió Briareos Hecatonchires, un dios padre de cien manos enviado para solucionar su rabieta.
Briareos concedió el istmo de Corinto a Poseidón y el Acrocorinto a Helios. Helios aceptó y continuó con su negocio de espiar ninfas en verano.
La fábula de Esopo sobre Helios y Boreas
Un buen día, Helios y Boreas (dios del viento del norte) discutían sobre cuál de los dos era más poderoso que el otro. Si pensabas que sólo los seres humanos participaban en discusiones así, piénsalo de nuevo.
En lugar de pelearse a muerte, los dos dioses decidieron zanjar el asunto con la mayor madurez que pudieron reunir. Decidieron hacer un experimento con un ser humano utilizando nada más que un exquisito trozo de tela conocido como capa. Has oído bien.
El desafío consistía en que el que consiguiera que el humano se quitara la capa ganaría y reclamaría el derecho a proclamarse el más poderoso. Cuando un mortal embozado pasó en su barca, metido en sus asuntos, Boreas llamó a la escopeta y disparó el primer tiro.
Ordenó al viento del norte que forzara la capa del viajero con todo su poder. Sin embargo, en lugar de que la capa se la llevara el viento, el pobre se aferró a ella con más fuerza, ya que le protegía de las corrientes de viento frío que le guadañaban la cara.
Admitiendo su derrota, Boreas dejó que Helios hiciera su magia. Helios se acercó al hombre embozado en su carro de yugos dorados y simplemente brilló más. Esto hizo que el hombre sudara tanto que decidió quitarse la capa para refrescarse.
Helios sonrió victorioso y se dio la vuelta, pero el viento del norte ya había empezado a fluir hacia el sur.
Helios e Ícaro
Otra historia muy conocida de la mitología griega es la de Ícaro, el niño que voló demasiado cerca del sol y se atrevió a desafiar a un dios.
El mito comienza cuando Dédalo y su hijo Ícaro inventan unas alas funcionales unidas por cera, imitando a un pájaro volador, para salir volando de la isla de Creta.
Como ya sabrá, casi lo consiguen.
Una vez que sus pies se hubieron levantado del suelo, Ícaro tomó la estúpida decisión de pensar que podía desafiar al mismísimo sol y volar tan alto como los cielos. Hirviendo la sangre por esta tontería, Helios dispensó abrasadores rayos de sol desde su carro, que derritieron la cera de las alas de Ícaro.
Ese día, Ícaro se dio cuenta del poder real de Helios; él era simplemente humano, y Helios era un dios contra el que no tenía ninguna posibilidad.
Desgraciadamente, se dio cuenta demasiado tarde, pues ya estaba cayendo en picado.
Helios, el pastor
Cuando no es el dios del sol Helios, trabaja a tiempo parcial en una granja de ganado.
Durante su tiempo libre, el dios del sol domaba a su rebaño sagrado de ovejas y vacas en la isla de Thrinacia. Pero, ¡alto ahí! Incluso esto tiene un significado interno.
El número de ovejas y vacas ascendía a 350 cada una, lo que representaba el número total de días de un año en el antiguo calendario griego. Estos animales se dividían en siete rebaños, cada uno de los cuales representaba 7 días a la semana.
Además, estas vacas y ovejas no se criaban nunca y eran absolutamente inmortales, lo que les confería un estatus eterno y simbolizaba que el número de días permanecería constante a lo largo de todas las épocas.
Helios y Peithenius
En otro refugio seguro de Apolonia, el dios del sol había guardado un par de sus ovejas y había enviado a un mortal llamado Peithenius para que vigilara de cerca a los animales.
Desgraciadamente, un ataque de los lobos locales llevó a las ovejas directamente a sus hambrientas barrigas. Los ciudadanos de Apolonia se cebaron con Peithenio y le echaron la culpa a él, arrancándole los ojos en el proceso.
Esto enfureció a Helios, que secó las tierras de Apolonia, de modo que sus ciudadanos no pudieron cosechar nada. Afortunadamente, lo compensaron ofreciéndole a Peithenius una nueva casa, lo que finalmente calmó al dios del sol.
Helios y Odiseo
En la "Odisea" de Homero, mientras Odiseo acampaba en la isla de Circe, la hechicera le advirtió que no tocara las ovejas de Helios cuando pasara por la isla de Thrinacia.
Circe advierte además que si Odiseo se atreviera a tocar el ganado, Helios iría a por todas e impediría con todas sus fuerzas que Odiseo regresara a su hogar.
Sin embargo, una vez que Odiseo llegó a Thrinacia, se encontró escaso de provisiones y cometió el mayor error de su vida.
Él y su tripulación descuartizaron a la oveja del sol con la esperanza de comérsela, lo que abrió de inmediato las puertas de la cruda furia del dios del sol. El pastor Helios se convirtió en el dios del sol Helios en un instante atronador y se dirigió directamente a Zeus. Le advirtió que si decidía no hacer nada ante este sacrilegio, iría al Hades y alumbraría a los del inframundo en lugar de a los de arriba.
Asustado por la amenazadora advertencia de Helios y la promesa de la eliminación del propio sol, Zeus envió un rayo desbocado tras las naves de Odiseo, matando a todos excepto al propio Odiseo.
Nadie se mete con las ovejas del dios del sol.
A nadie.
Helios en otros campos
Además de ser el dios solar más importante del panteón de dioses griegos, Helios también domina otros aspectos del mundo moderno.
De hecho, el conocido elemento "Helio" procede de su nombre. Es el segundo elemento de la tabla periódica y está muy presente en el universo. Se cree que casi el 5% del universo observable está compuesto de Helio.
Sin embargo, las aventuras espaciales del dios del Sol no acaban aquí. El nombre de Helios, profundamente ligado al cielo, aparece con frecuencia en los confines del espacio exterior. Una de las lunas de Saturno (Hiperión) se llama Helios.
Además, dos de las sondas espaciales de la NASA llevan el nombre de esta deidad semejante al Sol. Así pues, en el espacio profundo, donde más se siente la influencia del Sol, Helios reina supremo, dando una sensación de eternidad a su paso.
Conclusión
Helios es uno de los dioses griegos más conocidos de la mitología griega. Su sola presencia grita poder, al tiempo que es alguien a quien incluso el propio Zeus respeta enormemente.
Controlando las ardientes brasas del sol con sus manos y su fuerza, ocupa una posición imponente dentro de la antigua religión griega y sigue siendo uno de los temas de conversación más centrales de toda la mitología.
Referencias
//www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=urn:cts:greekLit:tlg0525.tlg001.perseus-eng1:2.1.6
//www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.02.0053%3Abook%3D6%3Acommline%3D580
Esopo, Fábulas de Esopo Una nueva traducción de Laura Gibbs. Oxford University Press (World's Classics): Oxford, 2002.
Homero; En Odyssey con una traducción al inglés de A.T. Murray, PH.D. en dos volúmenes Cambridge, MA., Harvard University Press; Londres, William Heinemann, Ltd. 1919. Versión en línea en la Biblioteca Digital Perseus.
Píndaro, Odas Diane Arnson Svarlien. 1990. Versión en línea en la Perseus Digital Library.
Ver también: Origen del nombre California: ¿Por qué se llamó California en honor a una reina negra?